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Cumpliendo con mi oficio
piedra con piedra, pluma a pluma,
pasa el invierno y deja
sitios abandonados,
habitaciones muertas:
yo trabajo y trabajo,
debo substituir
tantos olvidos,
llenar de pan las tinieblas,
fundar otra vez la esperanza.

No es para mí sino el polvo,
la lluvia cruel de la estación,
no me reservo nada
sino todo el espacio
y allí trabajar, trabajar,
manifestar la primavera.

A todos tengo que dar algo
cada semana y cada día,
un regalo de color azul,
un pétalo frío del bosque,
y ya de mañana estoy vivo
mientras los otros se sumergen
en la pereza, en el amor,
yo estoy limpiando mi campana,
mi corazón, mis herramientas.

Tengo rocío para todos.

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prueba de versoclasico

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vprueba de versoclasico
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prueba de versoclasico

Déjame tocarte el alma,
ya que no puedo acariciar tus manos;
déjame besarte el alma,
ya que no puedo probar tus labios.
déjame llegarte al alma,
que de otra forma no puedo.

No digamos que nos amamos.
No, que todos lo hacen.
Todos dicen que se aman,
Todos hablan de lo mismo.

Quiero que tú y yo vivamos nuestra historia
Así, en silencio,
Y dándonos la vida sin hablarlo.
Que tú y yo hagamos miradas
Donde nos digamos todo,
Donde solo tú y yo lo sepamos,
Donde a nadie más le importemos.

No digamos que nos amamos,
No hasta que hayamos muerto de amor.
Hasta que la vida nos haya hecho ancianos,
Decrépitos, cansones,
Arrugados y malhumorados.
No hasta que hayamos vivido al menos,
Mínimamente esta vida entera.

No digamos que nos amamos.
Simplemente, digamos…

Duele el futuro que es incierto.

Duele la indiferencia de aquel que lo tiene todo.

Es muy triste respirar la resignación de una alma a la cual no se le tiene ninguna misericordia.

Duelen las circunstancias más adversas.
El frío de aquel que te envidia y que envenena todo.
Qué solo quiere apagar la luz que te ilumina.

Duele el vacío insensato del que no te ama.
De aquel que debería comprender y arropar tu dolor, pero que te deja en las más oscuras tinieblas en las cuales el abandono gana.

El presente puede ser un vacío que te agobia al quitarte el aire de una hermosa mañana.…

Ella, ella de fuego, de canela.
Recuerdo que siempre fue tan mía.

La noche que nos cobijaba
Nos acogía en su bella locura:
Siempre fue tan mía.
Siempre, era en sus cabellos mi enredadera,
En su piel, mi caricia delgada y suave.

Ella, tenía en sus ojos un rayo de luz de luna.
Y en su boca los manzanos más dulces.

Ella, fue el perfume que me embelesara
En las noches en que nos tomábamos el cielo
A nuestro antojo y deseo.

La recuerdo perfectamente.
Se lanzaba a mis brazos y amortiguaba con mi pecho.
Le gustaba dejarme hablar, decirle,
Que nuestro amor no podía ser de otra forma
Que de…

Tu nombre
quiere escapar de mi garganta,
saltarín y travieso
brota por mis pensamientos.
En su lugar exclamo mi deseo soñando,
que me muerdes los labios,
soñando que me pides silencio. Caricias suaves
alimentan el momento
pensando tenerte,
pensando en tu fuego.
Respiro profuno
imaginando tu cuerpo
y sueño con tu aroma
mientras te deseo.

Marisa Sánchez

¿Qué le pasa al mundo con las promesas?
Una vez que se hacen
automáticamente se dejan.

Mi cabeza está saturada de ellas,
yo te prometo, yo lo cumpliré,
yo soy diferente a aquel.

No quiero volver a oír la palabra prometer,
no quiero más decepciones a granel.

Deja que la vida te sorprenda,
es la mejor manera de vivir,
pues si no hay promesa
No hay nada que incumplir.

Borra de tu diccionario
este concepto endemoniado,
porque si alguien quiere hacer algo
lo hará sin nada decir.

Quiérete,
no vivas de palabras,
pues después de hacerte feliz
te arañarán la espalda.

Deshazte de las…

Mi alma te busca
en la alborada
detrás de cada mirada,
como una alondra
el amanecer y cuando
mi voz te nombra,
desde este destierro,
entre los restos
de algún naufragio,
en una noche
que no termina nunca
yo te busco.

Mar amar.

Hemos estado desabitando el poder de amar a los que nos aman.
Crecemos inmunes.
Creyéndonos Dioses inmortales.
Solo intentando derrotar a los otros.
Olvidando que la vida no tiene memoria.
Olvidando que la vida reverdece a nuestro lado.
Que nunca es demasiado tarde para ti.
Porque el cambio, es la única salida.
No hay destino escrito.
Y nadie lo hará, porque a ti te corresponde.
Esa siempre ha sido la única realidad humana.
Lucha esta guerra desigual y vencerás amando.

Poesía
Miguel Adame Vázquez.
09/10/2016.

poesiasmigueladame.blogspot.com/2016/10/venceras-amando.html

Como un parpadeo en el infinito cósmico han sido los momentos en los cuales tus ojos han visto lo glorioso del firmamento.

Los años por tu vida han pasado velozmente, como ráfagas de luz que iluminan la memoria.

Así han sido los millones de momentos en los cuales tú, todo nos has entregado.

No me he dado cuenta de la inmediatez de la vida que transcurre alegre.
Porque mis días a tú lado han sido como un suspiro momentáneo que otorga la sagrada vida.

Cuan hermoso ha sido el privilegio de poder amarte.
Y poder proteger tu vida en diecisiete años que son más que gloriosos.

Eres…

Buscarás y buscarás como un loco,
en muchas mujeres algo que te lleve al cielo,
pero no lo encontrarás, y volverás,
entonces ya será tarde.

Te darás cuenta de que todo lo malo era una tontería,
y lo bueno una realidad que necesitas,
te utilizarán sin valorarte, gozará tu cuerpo,
pero no te amarán.

Mientras yo haré lo mismo, disfrutaré,
beberé y beberé como una loca,
pero no buscaré nuevos amores,
si eso nuevas aventuras.

Porque sé que eres único,
no voy a encontrar a alguien como tú,
jamás tendré un amor correspondido,
y yo seré la culpable del delito.

Y cuando me pregunten quién es el amor de mi vida,
no dudaré en decir tu nombre,
aunque no estés presente,
aunque tu recuerdo no me deje dormir.

Después de tan duro golpe las lágrimas en las que en su día naufragué
se deslizaron vacilantes por el desagüe.
Fui los traumas, psicólogos y el llanto desconsolado de un cualquiera.
Fui las jaquecas, la euforia y los intentos de suicidio de un cualquiera.
Fui los conflictos y las paces y las diferencias y similitudes de estos dos cualquiera.
Fui la solución,
fui el problema,
fui la canción
y fui el poema.

Las primeras notas musicales
que escuché y sentí,
fueron los latidos
del corazón de mi madre.
Desde entonces
llevo la música
dentro de mi alma.

Los latidos de mi corazón
son sonidos libres
y van marcando
su propio ritmo,
compás y melodía,
que hacen de la vida
una mágica canción.

Y no me importan
las personas que
van y vienen,
los recuerdos,
mis estados de ánimo,
porque nunca estoy sola,
ella siempre está ahí...
Mi música es eterna.

Desde que escuché
aquellas primeras notas musicales,
sé, que sin música
no hay amor
y que sin amor
no se puede vivir.

Si no hay música
no hay vida.

Si fuésemos mudos tendríamos excusa
para describir que sucede cuando nos vemos.
La nada nos absorbe,
el exterior se muestra flexible con nosotros,
el tiempo no se para,
pero nos da un respiro.
No es necesaria la luz,
nuestros ojos resplandecen
y alumbran el futuro.
Teatro infame el que acabó sepultandonos,
como piedras que se hunden al fondo del mar.
Sentir esto tiempo después,
es síntoma de qué,
aun siendo nuestros peores enemigos,
fuiste el rato de vida,
que sacudió mi alma sin piedad.
He guardado en mi memoria,
tantas palabras que no te dije,
que sufro bloqueos cada vez que te recuerdo.

Desconozco la razón
pero observo tu luz y tu imagen
tras esta pantalla
y te siento triste.
Y esta mañana dentro de mi cabeza,
tan parecida a la de muchos aunque tan distinta,
he pensado que
me gustaría que tomáramos asiento,
abrir una botella de vino blanco y otra de tinto
y hablar de hombre a mujer
hasta que el manto nocturno
nos cubra.

Quizá no me creas del todo
pero todo apunta a que
vamos ganando.

Los armazones de los dinosaurios están enterrados,
las víboras cada vez fastidian menos,
los leones, las tigresas y los monos
esquivan nuestras huellas en la selva.

Los seísmos cada…

Caminaba bajo la lluvia como si esta fuese suya.
Perdiendo el tiempo con los dueños del mar,
dejando a los malos ganar.

Volviendo el tiempo atrás
aterrizando en recuerdos de cartón y lluvia,
de olor a tierra mojada y hojas.

Deseando mas tiempo para gastar,
más tardes para caminar,
más sol para adorar,
más latidos para andar.

Haciendo malabares con el agua y la sal
queriendo olvidar cada cosa que hizo mal.
Es la reina de la tempestad,
nadie la puede parar.
(Quedaba bien este final
pero ella sabe que no es verdad,
se ha detenido tantas veces en su vida
que ya sabe cuándo la vida la va a golpear)

Pero tiene agallas
y en un acto de fe propio
le devolvió al demonio todo lo que le debía
para no volver a verlo en vida.

Como borrar los recuerdos que torturan tu consciente como una pesadilla que nunca termina.

Como olvidar las imágenes que se muestran tan vividas.
Con sus aromas navegantes que se escurren silenciosos sin importar los mares de lágrimas derramadas en la soledad que te acompaña.

Como deshacerse de esa piel del pasado que te arropa desafiante abrazando fuertemente tus sentidos.

Como desaparecer el pensamiento inmediato que como polvo de estrellas te hace deambular por un universo eterno.

Como ignorar los infinitos pensamientos que te enmarcan en un destino pasajero.

Como huir de la nube…

Palabras revueltas,
no pocas
y si muy locas,
pistolas envueltas
no solas
y si muy peligrosas,
disparan rosas
cargadas de espinas
y en cada esquina
futuras fosas para el corazón, palabras hermosas
que se terminan,
se marchan sin decir adiós.
Las palabras de honor
son buenos escotes,
las palabras de amor
son cuchillos
no te cortes,
las palabras que escondes
las dejas fuera
en el pasillo
y golpean la puerta
abre el pestillo,
las palabras que rompes
que se rompan a los ojos,
si no las cumples
si están en el pozo
no te asustes
y rompe todo.
Las palabras giran,
aunque corras
te miran
te acosan
te vigilan
no las borras de tu vida,
palabras
que no olvidarás,
palabras benditas,
palabras malditas,
que algún día dirás,
por tu boca
o escritas,
y encenderás
con pólvora de saliva,
con pólvora de tinta,
fuegos artificiales
o batallas campales.

Observatorio de silencios

Como un susurro
de brizna azul
llega tenue a mis sentidos
tu majestuosa voz.
Busca sitio en mi huesudo armazón,
se codea con cualquier leucocito
y lo inunda todo.
Si alguna sombra me oculta
o si la neurona de guardia dejó
de pensar en ti,
la primera sílaba que surge
de tu garganta, voltea,
supera el eclipse lunar.
Ondas hertzianas que sin saberlo
llevan impreso tu nombre, me
acarician el tímpano y
dejan unos gramos de plumón
flotando en el ambiente.
Una día quemaba malas ideas,
los músculos no respondían,
saltó la chicharra
y se inundaron mis poros
del canto angelical – bálsamo inesperado –
que se grabó en el disco duro
fortaleciendo
la fe en un mañana
de despertar
diferente
bajo un aire estepeño
con el móvil fuera de cobertura.

Puse en mi currículum que era decorador de interiores
cuando me hice limpiador de casas.
En una entrevista de trabajo
aseguré
que leía prensa internacional
cuando me iba a la cama y jamás
con novelas francesas.

De niño acicalé la realidad
para despistar.
Y disfrazaba mis excentridades
a los adultos.

Ahora pinto y escribo nubes
para que sepan que trabajo en las alturas.
Y añado en los datos biográficos:
que soy albañil y vagabundo
para que no me confundan
con un bardo o algo despreciable.

Si, pienso solo a final de mes.
Si, solo sonrió los días lluviosos.
Si, soy invisible de…

Aquel monstruo de fuerza tenaz
capaz de seccionar mi esencia y diseminarla por sentinas,
zarandeó arraz mi voluntad.
Me engulló hacia el vacío océano de nefastas memorias,
un cosmos siniestro y apagado.

La puerta cerrada,
y yo adosado a ella, apuntalándola con rabia.
Aguantando la respiración,
derrotándome en una esquina,
gritando mudo y sin fragor.

Curia que me condena a vivir apartado.
Furia que decreta silencio obligado.
Las manos tiemblan, el pecho tiembla.
El semblante sin aspecto ni apariencia.

Martes negro, que me anulas y me mutas en boceto,
que me desdibujas convirtiéndome…

Súbete a mi sueño
y abróchate con mis brazos.

Marisa Sánchez

Hubiera querido no abrazar el suelo que pisabas
desvanecerse en mis ojos la torre débil que sostenía
elevarme más allá de lo que soy
y ver en el aire,
que había cuerdas atadas a mi ser
que los ecos apagados de mi voz
dormían acostados en tu voluntad, en tu razón, en tu desdén,
que la jaula del espejo frío y oscurecido de tu mirada
encerraba sin salida mis posibilidades de ser.

Finos hilos mantenidos, grietas de golpe sin avisos,
rueda que gira según la voluntad del amo
tiempo que pierde sus instantes enojado,
poder entre mis manos sin defensa
visten el traje de quien me encarcela.